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Santa Hildegarda hace una descripción poética de la formación de este mineral: «El ágata nace en una playa de arena que se extiende del este al sur. Cuando el agua se retira, la arena queda al descubierto y es penetrada por el ardor del sol, al punto que adquiere el brillo de una piedra preciosa». (Physica, capítulo XVI)
Santa Hildegarda menciona muchas propiedades y usos diversos del ágata. Para elegir la piedra más adecuada, primero es preciso saber qué uso quieres darle. Para calentarla o ponerla en agua, es preferible optar por piedras pulidas. Para un contacto directo con la piel, que da sabiduría, un pendiente o collar resulta muy apropiado.
Según Santa Hildegarda, el ágata también es útil para disuadir a los ladrones en las casas.
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